Hay actividades que por su dinámica y forma tradicional, pareciera que no encajan en este nuevo paradigma de aprendizaje de la virtualidad, y más que virtualidad diría más bien, digitalización, pero no es un debate semántico el quiero abrir, es más, ni siquiera mi intención es generar debate, sino puntos de reflexión para repensar y proponer formas de construir un mejor presente.
Entablar una relación de enseñanza aprendizaje, en especial, sobre el dibujo, la pintura y otras actividades de trabajo manual, de desempeño artesanal y de despliegue creativo, desde la distancia, sin el calor de la cercanía con un facilitador, que te acompañe, te haga observaciones, coja la goma y con mucho respeto borre sobre tus trazos, con el lápiz y una sonrisa realice mágicamente aquello que te costaba hacer, pareciera no es fácil superar con las clases on line.
Ahora bien, pasemos a los intentos y los retos que supone generar un ambiente socio efectivo, estimulante, motivador y de resultados interesantes, que nos haga modificar positivamente ese paradigma tan rígido de la presencialidad, sin pretender que éste desplazaría al tradicional, sino más bien que ambos se complementen y en algún momento uno va a tener, por razones contextuales, mayor significación como entorno de enseñanza aprendizaje.
Ciertamente, es un entorno muy poco ortodoxo para ese tipo de actividades, pero todo depende de cuán interesado y auto motivado estén por un lado el participante, y además de ello, cuán preparado esté el facilitador, no solamente desde el punto de vista filosófico, teórico, pedagógico, metodológico, técnico, tecnológico, instrumental (de estos aspectos trataré en un próximo post) y empapado de experiencias, ser un ente productor de vivencias creativas y un agente transformador, ese ser que te ayuda, te da ese buen empujón, te acompaña, está dispuesto a darle un importante valor a tu ritmo de aprendizaje, aquel que como todo apasionado amante del arte, las horas le son relativas y trascendentales y pueden tener más de 60 minutos.
Hace días, conversaba con un amigo y comentabamos que lo hermoso de todo esto es aprender más que enseñar, es ayudar a que el principiante emprenda vuelo, hacer que les crezcan alas, no cortarlas, ni retenerlo por siempre, sino que sueñen alto y pisen firme a la vez.