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La importancia de personalizar la educación para cada alumno

¿Cuál es la importancia de conocer los elementos personales que influyen en el aprendizaje?

La mejor manera de aprender cuando el conocimiento hace sentido en la realidad y el entorno. (Siegel, D. 2007)
Partiendo de esa premisa, como primera parte, la realidad y el entorno de una persona se compone de muchos factores internos y externos que influyen definitivamente en la personalidad del individuo, siendo un entorno o ecosistema ciertamente único y complejo para cada persona.

Personalidad relacionada al aprendizaje

La personalidad es un conjunto de rasgos y características que definen la forma de ser y actuar de una persona. Algunos aspectos de la personalidad, como los intereses, los objetivos y las necesidades, influyen en el proceso de aprendizaje de cada individuo. Así, cada persona percibe el mundo de una manera diferente y adopta un comportamiento acorde a su forma de pensar y sentir. El aprendizaje implica adquirir conocimientos, desarrollar habilidades y adoptar actitudes que permitan enfrentar los desafíos y resolver los problemas que se presentan en la vida cotidiana. Por lo tanto, la personalidad y el aprendizaje están estrechamente relacionados y se retroalimentan mutuamente.

Personalidad relacionada al entorno

La personalidad influye también la forma en que las personas se adaptan, interactúan y reaccionan ante las situaciones y los estímulos provenientes del entorno, Esta dimensión de la personalidad puede influir en el bienestar, la salud, el rendimiento y por consiguiente en la educación en lo particular y en lo colectivo. Algunos factores que pueden influyen sobre el aprendizaje relacionada al entorno van desde el clima, la cultura, el estrés, el apoyo social; hasta las oportunidades de desarrollo.

Personalidad y el futuro del alumno

En los puntos anteriores nos hemos dado cuenta de que la personalidad de un alumno es un factor clave que puede favorecer o dificultar su rendimiento escolar, su adaptación al entorno, su relación con los demás. Por ejemplo, si en un alumno se fomentan rasgos personales como un razonamiento abierto, la curiosidad y la creatividad, este alumno tendrá más facilidad para aprender cosas nuevas, explorar diferentes opciones y resolver problemas. Por otra parte, un alumno con una personalidad responsable, organizada y perseverante tendrá más capacidad para cumplir con sus deberes, planificar sus tareas y alcanzar sus metas. Un alumno con una personalidad sociable, empática y cooperativa tendrá más habilidad para comunicarse, trabajar en equipo y hacer amigos.

La personalidad de un alumno también puede orientar sus intereses, preferencias y aspiraciones para el futuro. La personalidad influye en la elección de la carrera o profesión que se quiere estudiar o ejercer, así como en el tipo de trabajo o actividad que se desea realizar. Por ejemplo, un alumno con una personalidad analítica, lógica y objetiva se sentirá más atraído por las ciencias, la tecnología o la ingeniería. Un alumno con una personalidad artística, expresiva y original se inclinará más por las humanidades, el arte o la comunicación. Cabe aclarar que personalidad de un alumno no es algo fijo o inmutable, sino que puede evolucionar y modificarse a lo largo del tiempo. La personalidad se puede mejorar o potenciar mediante la educación, la experiencia y la reflexión.

Es aquí donde entramos nosotros como profesores, instructores o guías educativos, porque nosotros como comunidad educadora jugamos un papel fundamental en el desarrollo de la personalidad de los alumnos, ya que depende de nosotros ofrecer las oportunidades adecuadas y personalizadas en lo más posible para que cada alumno pueda aprender, experimentar, interactuar y crecer.

Nuestro trabajo personalizado e individualizado en cada alumno puede ayudar a cada alumno a conocerse mejor a sí mismo, a valorar sus fortalezas y debilidades, a fomentar sus talentos y capacidades, a estimular su curiosidad y creatividad, a promover su autonomía y responsabilidad, a cultivar su autoestima y confianza, y a orientarlos hacia su futuro.

Entre más conozcamos a nuestros alumnos como personas, el aprendizaje puede ser mucho más orientado y comprensivo.

¿Qué tanto te involucras para apoyar a quien lo necesita?

Para dar la respuesta a esta pregunta, primero creo conveniente dar el siguiente contexto.

Yo soy un instructor de capacitación técnica laboral en mi trabajo, en donde además de dar capacitación inductiva a los nuevos elementos del equipo en cualquiera de las áreas de TI en mi empresa, doy cursos, talleres y demás modalidades de capacitación y especialización en proceso, procedimientos y nuevas tecnologías aplicadas desde el área de TI, hacia las demás áreas que operan e interactúan con los servicios tecnológicos que se implementan.

Dicho esto, entonces interactúo con personas mayores de edad, en un rango de 19 hasta los 57 años aproximadamente, muchos de ellos con grados académicos que van de su nivel técnico hasta algunos con nivel postgrado, siendo en su gran mayoría personas con grado de licenciatura; contando también con personas con discapacidad física que también forman parte de la plantilla laboral y que corresponden también a las clasificaciones que mencioné anteriormente.

En el tiempo que llevo en esta labor, he podido encontrar ciertos puntos importantes de los que también se derivan de la respuesta que de la pregunta anterior.

1.- Identificar las necesidades de aprendizaje de manera personalizada para cada alumno. Los sistemas computacionales nacen particularmente de la premisa de automatizar y dar confiabilidad y rapidez a los procesos repetitivos o definidos que forman parte de un proceso mayor en el cual interactúan diferentes personas, por lo tanto; cada individuo ve cierta parte del sistema, e incluso lo ve desde su punto de vista de acuerdo al área a la que pertenece, a su profesión y/o experiencia, y a la parte que tiene que ver con sus actividades; por lo cual, la capacitación e instrucción debe siempre hacerle sentido sobre estos tres puntos antes mencionados.

2.- No todas las personas aprenden a la misma velocidad y de la misma manera. Si bien es claro, cada cabeza es un mundo, entonces hay muchas personas aprenden de diferentes formas (Bona, C. 2015):

Tipos de aprendizaje:

a) Implícito.

b) Explicito.

c) Asociativo.

d) Por descubrimiento.

e) Por observación.

f) Por ensayo y error.

g) Por colaboración.

h) Basado en proyectos.

i) Basado en retos o problemas.

j) Basado en juegos.

La correcta identificación de cada forma de aprendizaje en cada alumno nos ayuda a hacer llegar la información correcta y suficiente que requiere cada uno, y la correcta combinación y manejo dinámico de cada una de estas formas ayuda a hacer más productivas las sesiones de capacitación y se puede tener un mejor rendimiento y aprovechamiento al cubrir un plan de capacitación.

3.- Hay que tratar de homologar el estado de ánimo de los participantes antes de comenzar cada sesión. Muchas veces existen situaciones cotidianas que hacen que el estado de ánimo de los alumnos puede ser variable entre unos y otros, llegando algunos un tanto "apagados" y otros más entusiasmados al principio de cada sesión, por eso es importante tomarse un tiempo para platicar fuera de la agenda de trabajo de la sesión, a fin de hacer pequeñas dinámicas que ayuden a enfocar y sintonizar la actitud de cada alumno para que esté concentrado en lo que se trabajará durante la sesión. Estas dinámicas pueden ir desde pequeñas conversaciones y una dinámica de que cada uno emita su opinión, hasta pequeños ejercicios de respiración y relajación en grupo, o pequeños estiramientos o hasta rondas de chistes para ir uniendo al grupo y dejarlo listo para trabajar en la sesión de capacitación. El no tomar en cuenta esta situación emocional en los alumnos participantes puede impactar negativamente en el aprovechamiento del conocimiento impartido o en las actividades prácticas de la capacitación, generando dudas que se arrastrarán durante el resto del curso.

4.- Establecer un lazo de confianza muy receptivo. Con este lazo de comunicación, se dará la suficiente confianza al alumno para que externe de manera pública o individual las diferentes necesidades de aprendizaje que un determinado alumno tiene, dándonos una brújula perfecta para orientar nuestros esfuerzos de trabajo y hacerlos efectivos.

5.- Las preguntas y los ejercicios que no son de evaluación son más reveladores que los exámenes. Durante las sesiones de capacitación, es bastante útil proponer pequeños ejercicios triviales en los que los alumnos pongan a prueba lo aprendido y que en un momento dado salgan dudas y observaciones que posteriormente puedan ser útiles para profundizar o ampliar algún tema de la agenda.

Considero que estos puntos son básicos para la capacitación y la buena personalización de la instrucción y aprendizaje para cada alumno; siempre es muy importante que no perdamos del radar los dos siguientes postulados "Cada persona es diferente a nosotros" y "No todos sabemos lo mismo".

Gracias por leer.