Sin duda alguna cuando ingresamos a una universidad nos invade una alegría, y mas si es nacional como es mi caso, después de algunos años de preparación y algunas decepciones al no alcanzar una vacante en la facultad, finalmente podemos leer el tan ansiado “INGRESO”, es una alegría generalizada que se extiende desde el familiar mas cercano hasta las amistades que ya no recordabas, las felicitaciones y festejos en algunos casos es una especie de tradición y no es para menos, no todos los días se puede ver a alguien del barrio o del pueblo de donde procedemos, ingresar a la universidad.
Recuerdo que el primer día de clases muy emocionado y con el pecho inflado fui muy temprano a la universidad para poder observar en que salón tendría que asistir a clases, solo y sin amistades (un mundo nuevo), me asome a verificar la lista de ingresantes para verificar mi sección, es entonces que me doy con la sorpresa que un compañero de la academia estaba en la lista y en la misma aula que yo, era un buen compañero con el que nos quedábamos estudiando en la biblioteca de la academia, no esperé encontrado en la facultad de contabilidad pues el postulaba a odontología, o al menos esa era la idea cuando conversábamos en la academia, finalmente una vez en el aula nos encontramos y fue un alivio por que al menos ya no estaba tan solo como creía, bueno para alguien introvertido como yo lo era en ese entonces, o bueno aun siento que lo soy, si que fue un buen inicio de clases, mi primer día de universitario.