Considerar las matemáticas, como algo difícil es en la mayoría de los casos una tradición que se transmite de generación en generación. En otros casos la dificultad se da porque algunos docentes refuerzan que tiene que ser difícil porque les da a ellos un sentido de poder e importancia inapropiado. A otros se les dificulta porque el ritmo y las condiciones en que se imparten las clases en el aula no compatibilizan con sus características personales de aprendizaje.

Conocer, dominar y encariñarse con las matemáticas requiere presentarlas lógicamente, accesibles y cuando se puede, con sentido práctico.

Por otro lado, el aprendizaje y dominio de lenguajes de programación tiene la virtud de que la teoría se aplica facílmente en un computador y se pueden ver los resultados de lo aprendido de inmediato. Tiene la bondad de que, a partir de la resolución de un problema (de carácter académico o de aplicación en la vida profesional) con un poco de interés, creatividad y curiosidad se pueden hacer variaciones pequeñas en el enunciado y las condiciones del problema que permiten experimentar cada vez más y más herramientas, algoritmos y formas de abordar el problema original y sus derivados.

Desde mi experiencia, en ambos casos: en matemáticas y en el manejo de algún lenguajes de programación la clave está en tomar un contenido, estudiarlo y asimilarlo a partir de reintentos, ensayos y errores, repetidas prácticas e interés, hasta que con el paso del tiempo cada quien se impresione con lo mucho que se ha aprendido.

- ¿Qué puede ser provechoso más allá del aula?
- Un acompañamiento personalizado que facilite y aníme en el proceso de aprendizaje.