Un año antes había comenzado mi “romance” con la Historia y Análisis del Teatro, gracias al maestro Raúl ese romance se consolidó y evolucionó a relación formal (misma que, tras 10 años, continúa con fuerza). Aprendí del orden, disciplina, pedagogía, pasión y, a la luz de metodologías que, al día de hoy, replico con el único objetivo que él siempre defendió: Enarbolar al conocimiento en pro del aprendizaje, quitar del sosiego al estudiante “dormido” y provocar la moción en la aparente inercia del pensamiento. De mi licenciatura rescato a tres, quizá cuatro, docentes, y Raúl está allí. Si hoy decidí saber más, llevar más allá mis investigaciones, pensamientos, elucubraciones e ideas, es producto de él: Gracias, maestro, jamás olvidaré tercer y cuarto semestre de mi carrera. Que el destino nos vuelva a unir. Pd. Comparto la foto de “mérito académico” no por el gastado etiquetado que se me otorgó, sino porque el mérito fue no conformarme con un dato y llevarlo a las últimas consecuencias