De acuerdo a la edad y a las necesidades específicas de cada alumno, se aplicará una metodología y estructura del curso, en donde se establezcan los objetivos y los logros a los que se quiera llegar. Por ejemplo, tengo un alumno ruso a quien le imparto clases de redacción en español, ya llevo 5 años dándole clases, y sobre textos que él elabora los revisamos y le voy indicando las mejores alternativas para que sus contenidos —de acuerdo a lo que quiera transmitir— tengan continuidad, estructura y logre su objetivo de comunicación.

Otra alumna escribió un libro, y la apoyé en darle estructura al contenido, a corregir la secuencia y el estilo del texto.

A otro alumno ruso, le ayudé a preparar una presentación en español para una exposición que tenía que dar en su empresa.