Debo admitir, cuando empezó la pandemia y se dijo que los colegios y las universidades cerrarían, me puse como loca, ya que tendría algo de descanso de la universidad. Con el pasar de los días el encierro se hizo casi insoportable, al grado que desee que ya comenzaran las clases. ¡¡Me escucharon!! y comenzaron las clases virtuales, otra vez me puse como loca, ya que eso era lo que quería porque con tantos trabajos y exámenes ya parecía que vivía en la universidad, y si las clases serian virtuales, podría tenerlos de la comodidad de mi casa.
Llegó el día, la primera semana estuvo bien, pero con el transcurrir de los días pude notar que, en lo personal, estaba empezando a extrañar las clases presenciales. No era lo mismo, ya que con las clases en la u, podía distraerme con mis compañeros, podía salir libremente y no me sentía como en una jaula.
Que contradictoria situación, y si, a veces lo que queremos no es exactamente lo que necesitamos, con esta situación de la pandemia, varios educadores tuvieron que adaptarse al sistema virtual y si para ellos era difícil, imaginen para los que están en primaria y secundaria, es un reto también para ellos y los padres, que ya tienen suficiente con tener que arreglarse con la economía, también tienen que hacer de educadores.