¿Es posible aprender a tocar un instrumento después de cierta edad? ¿Vale la pena someterse a las exigencias de las escalas y los arpegios, poniendo a prueba nuestros cerebros cuando ya no somos jóvenes?
Pues resulta que Alan Rusbridger, editor del diario británico The Guardian, se dio a la tarea de resolver estas preguntas. Para ello, entrevistó a distintos profesionales que le ayudaran a entender si era posible y conveniente aprender a tocar un instrumento en la edad adulta.
Al tratar de comprender lo que sucedía en su cerebro y su cuerpo, conversó con el neurolingüísta Ray Dolan, quién aseguró que al aprender a tocar el piano, una persona adulta puede liberar su mente y hacerla más flexible, aún cuando las obras que aprenda a tocar sean muy sencillas.
En realidad, tocar un instrumento convierte a quien lo hace en una persona metódica, que planifica tareas, cuida los detalles y obtiene una fina capacidad de atención. Asimismo, como medio de expresión mejora la autoestima, enseña a vencer miedos, asumir riesgos aportando seguridad y confianza, conductas que influyen directamente en la vida cotidiana.
La música es una actividad que exige bastante energía, lo suficiente para lograr que nuestra mente desarrolle dinámicos reordenamientos del cerebro llevándonos a un estado de ánimo placentero.
La pianista Lucy Parham, le comentó a Rusbridger que lamentaba saber que mucha gente no aprende a tocar en la edad adulta por el simple temor de no ser lo suficientemente bueno. Sin embargo, la gente juega distintos deportes como el tenis o el futbol sabiendo que nunca serán como Federer o Messi. Entonces ¿porqué nos limitamos con la música?
Si bien el aprendizaje musical se recomienda a una edad temprana, esto tiene que ver con el estímulo de crear una carrera profesional y especializada con mayor trascendencia, pero nada impide que una persona adulta pueda disfrutar de su tiempo y realice el sueño que le fue negado a otra edad tocando un instrumento.
Rusbridger aprendió a tocar el piano después de su investigación y sobre ello comenta: “Por las mañanas toco una pieza antes de ir a la oficina. Noto que tengo más energía y se me facilita concentrarme el resto del día”. En ese sentido, algunas personas hacen yoga, corren o va al gimnasio, pero veinte minutos frente al piano pueden tener un efecto similar. Si te interesa saber más sobre Rusbridger y su experiencia te recomiendo su libro Tócalo de nuevo: un aficionado contra lo imposible donde te cuenta como fue que aprendió a tocar la balada No.1 de Chopin a los 56 años de edad.
Y es que el mito sobre el aprendizaje durante la edad adulta se ha asociado a un deterioro en las habilidades cognitivas e intelectuales, pero nuevos conceptos neurocientíficos aseguran que las estructuras neuronales no son fijas, y que nuestro cerebro es capaz de aprender cualquier función gracias a su plasticidad sináptica.
Vale la pena recordar cuantos músicos han logrado éxito al dedicarse a la música ya como adultos. Leonard Cohen, quién nació en 1934 y durante 33 años se dedicó a escribir poesía sin obtener el reconocimiento que buscaba, empezó su carrera como cantautor en 1967 cuando se trasladó a Estados Unidos y después de tocar en festivales dedicados a la música folk fue fichado por Columbia Records. El resto es historia.
Muchas veces en la juventud se logra desarrollar una excelente técnica, pero es la madurez la que logra interpretar la música para liberar el alma.